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Calma

Identidad visual, diseño de espacio y comunicación
de un centro de terapias holístico

Calma es la paz que uno siente cuando existe equilibrio y armonía en su interior. Cuando esto sucede, esta paz se expresa hacia afuera como belleza, el rostro se ilumina y nace el sentimiento de bienestar. Calma es también la palabra que más inspiró a su fundadora y directora cuando decidió crear este centro de terapias holísticas, nutrición consciente, masajes y belleza natural. Su propósito: acompañar a las personas en el viaje del autoconocimiento, disolver bloqueos, reequilibrar y hacer que vuelvan a conectar con su esencia: la calma.

 

¿Cómo transmitir la filosofía de Calma en la identidad gráfica y del espacio? Tras varias pruebas internas, tuvimos claro que la identidad corporativa no podía venir de otro lugar que del trazo de una mano real. Ver la variabilidad de la intensidad en la pincelada, y su natural imperfección. Apreciar cómo es el gesto: relajado, estable, seguro. Notar como las letras se dilatan intencionadamente en el espacio. Imaginar como el pincel se suelta del papel en el último trazo, libre. Una caligrafía manual que nos lleva a planos más allá de lo racional: a la persona y a un estado de ánimo.

Tejimos un storytelling para la marca en base a la sugestión de un viaje iniciático, de descubrimiento: el gran viaje hacia nuestro interior. Dejarse acompañar por Calma es caminar por las profundidades de nuestro ser para llegar a nuestros propios bloqueos, a nuestras heridas, llevarlas a la conciencia y trascenderlas. Lo que nos empuja a todos a emprender este viaje es la búsqueda de esa paz, esa calma, que todos anhelamos eternamente.

Desplegamos la identidad en los catálogos de tratamientos y en la web, creando un tono de marca delicado, femenino, natural e íntimo. En el propio centro, desarrollamos un proyecto integral de interiorismo para inundar de calma todos sus rincones. En primer lugar abrimos el local a la calle, descubriendo todos sus grandes ventanales, hasta el momento ocultos o tapiados para garantizar la privacidad de los clientes. Vestimos los marcos de madera y dejamos que las cabinas se inundaran de luz natural. Plantamos unas enredaderas para que abrazaran las paredes blancas de la fachada. Pintamos un cuadro al acrílico para reproducir el sonido del mar en calma para presidir la cabina principal. Y también creamos un mandala del color de la tierra para que la persona que se parara a mirarlo recordara donde está su centro, y que ella es, en realidad, el centro de su universo.